La demanda mundial de alimentos está aumentando y cambiando rápidamente debido a múltiples factores, entre los que se incluyen el crecimiento de la población, los cambios en la dieta o el desarrollo económico. La mejora de la sostenibilidad del sistema agro-alimentario es una prioridad a nivel mundial, aunque muchos de los esfuerzos que se han realizado durante las últimas décadas se han centrado únicamente en el lado de la producción y la cadena de suministro, como el aumento de la productividad agrícola o las hectáreas cultivadas.

Sin embargo, el manejo de los hábitos alimentarios puede brindar no solo beneficios desde el punto de vista de la salud, sino también otros importantes desde el punto de vista del uso de tierra, agua y energía. La promoción del consumo responsable, (dietas sostenibles y saludables y la reducción del desperdicio de alimentos), es una estrategia clave para lograr beneficios ambientales, una seguridad alimentaria sostenible y una mejora de la salud pública. Entre los diferentes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para el año 2030, el ODS 12 se enfoca en la producción y el consumo responsables. Países como España están realizando importantes esfuerzos para reducir el nivel de desperdicio alimentario, revertir los crecientes índices de obesidad y promover la adopción de dietas más saludables, como la recomendada y tradicional dieta Mediterránea. Esta dieta está basada en el consumo de productos locales como frutas, verduras, aceite de oliva o pescado, y lleva sirviendo de ejemplo desde la última década como dieta saludable y sostenible, además de estar reconocida por la UNESCO. Pero los patrones de consumo españoles actuales (especialmente entre la generación más joven, urbana y/o de bajos ingresos), parecen estar cambiando radicalmente.

Con el fin de conectar el uso del agua, la agricultura, el medio ambiente, la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud, este estudio tiene como objetivo analizar los patrones de consumo actuales en hogares españoles y el posible alejamiento que se está produciendo respecto a la dieta Mediterránea tradicional y recomendada, evaluando los impactos hídricos (huella hídrica-HH) y nutricionales, que la posible deriva conlleva. Ha sido realizado en el centro de I+D de la Universidad Politécnica de Madrid: CEIGRAM (www.ceigram.upm.es), y el Observatorio del Agua de la Fundación Botín (www.fundacionbotin.org), junto con investigadores de FAO-Roma e IIASA (Austria). Para ello, se calculó y comparó para cada dieta; su composición, un análisis nutricional, sus HH y se desarrolló un nuevo enfoque metodológico para evaluar la eficiencia nutricional-hídrica (es decir, el valor nutricional por unidad de agua utilizada).

Los resultados del estudio muestran que el patrón de consumo actual en hogares españoles se está alejando de la dieta Mediterránea recomendada, hacia otra alternativa que contiene tres veces más carne, productos lácteos y azúcar, y un tercio menos de frutas, verduras y cereales (Figura 1).  La dieta Mediterránea también es menos calórica, (menos proteínas y grasas), y más rica en fibra, carbohidratos y micronutrientes (vitaminas y minerales), asemejándose a patrones de consumo en los años 1970 en hogares españoles, y confirmando por tanto el desvío que se está produciendo de las dietas desde los años 80. Debido a las altas HH de los productos de origen animal, un cambio hacia una dieta Mediterránea reduciría 753 litros/ persona y día el uso consuntivo de agua (de los cuales 34 son agua de riego). Además, la dieta Mediterránea tiene una mayor eficiencia nutricional-hídrica que el consumo actual: se obtienen más energía, fibra y macro y micronutrientes por litro de agua utilizada (es decir, se necesita más agua para obtener el mismo nivel de nutrientes si se mantiene la dieta actual).

Figura 1. Comparación de la Dieta Mediterránea estimada en hogares españoles (a), con la dieta actual (b), separada por grupos alimenticios.

A la luz de estos resultados, un cambio a una dieta Mediterránea producida localmente (en la que las frutas, el pescado, y las verduras representan una mayor proporción de la ingesta de alimentos), producirían significativos ahorros de agua y beneficios nutricionales. En consecuencia, la preservación y la adopción de la dieta Mediterránea, especialmente entre las generaciones jóvenes y urbanas, es un objetivo importante para los países del ámbito mediterráneo, y potencialmente para otros, para lograr alcanzar un desarrollo sostenible y la consecución del ODS 12.

Autor@s: Alejandro Blas, Alberto Garrido, Olcay Unver, BárbaraWillaarts