El pasado mes de octubre se hizo público el informe “Global Warming of 1.5 °C”, que analiza los impactos que tendría establecer este límite de incremento de temperatura con respecto a niveles preindustriales, y analiza posibles formas para no superarlo.
Alcanzar el objetivo de mantener el incremento de temperatura en 1,5 °C respecto a la época preindustrial implica no sólo reducir a cero las emisiones netas de CO2 en unas tres décadas, sino también importantes reducciones de otros gases como el CH4. El camino para alcanzarlo implica reducciones en el uso energético y descarbonización de la energía, con tendencia a la electrificación energética, reducciones importantes de las emisiones agrarias y estrategias de captura de CO2 en el suelo o en reservorios geológicos. Estas medidas no son muy diferentes a las propuestas para lograr no superar el escenario de 2 °C de incremento previstos. Sin embargo sí hay una diferencia importante: la necesidad de ejecutarlas con una mayor premura y ambición.
¿Qué diferencia hay entre aumentar 1,5 °C o 2 °C?
El informe detalla las evidencias de cambio climático centrándose en los posibles beneficios de un objetivo incluso más ambicioso que el del acuerdo de París (1,5 °C frente a 2 °C). Los beneficios serían evidentes a nivel global y, en general, las sinergias con objetivos de desarrollo sostenible superan las posibles contrapartidas.
La cuenca mediterránea es un ejemplo de zona altamente vulnerable y con necesidad de respuestas de adaptación diversas. Los estudios recopilados demuestran que el déficit hídrico se ha incrementado en las últimas décadas no sólo como consecuencia de la reducción de precipitaciones, sino también debido a una mayor evaporación causada por las temperaturas más elevadas y la mayor presión demográfica. Las evidencias del cambio climático en el litoral mediterráneo español han sido ampliamente mostradas, como por ejemplo esta entrada del blog y este artículo reciente (Miró et al., 2018).
El informe de IPCC recoge evidencias de alteraciones (fenología, productividad…) en cultivos del ámbito mediterráneo tales como el olivar y la viña que son consecuencia del cambio climático. En general, en la mayoría de cultivos del ámbito mediterráneo, el efecto positivo del incremento de CO2 en la fotosíntesis se espera que no compense las reducciones debidas a los cambios climáticos ocasionados (mayor temperatura media, menor disponibilidad de agua, incremento de la frecuencia de eventos extremos…). Recoge también los estudios sobre los efectos en la producción ganadera, aunque estos son menos numerosos que en el caso de los cultivos. En este caso se evidencian los efectos directos sobre la producción animal derivados del mayor estrés térmico y la propagación de enfermedades, así como los efectos indirectos derivados de los impactos sobre los cultivos de los que se alimentan.
Hasta aquí, poca novedad respecto a anteriores informes. Lo que sí que es nuevo es la comparación entre los escenarios de 1.5 °C y 2 °C de aumento de temperatura media: el último informe otorga, con un elevado nivel de confianza, una mitigación significativa del impacto del cambio climático del primer escenario frente al segundo, en el área mediterránea. Vamos, que precisamente por ser una de las zonas más vulnerables, la región mediterránea se vería particularmente favorecida por la implementación de compromisos de reducción más ambiciosos. Aunque este mensaje ya está empezando a calar en la población como se pone de manifiesto en una reciente encuesta del EIB, parece evidente que el nivel de concienciación aún no está siendo suficiente para desencadenar los profundos cambios sociales necesarios. ¿O tal vez estamos dispuestos a hacer como Peter Kalmus?.
¿Cuáles son los cambios necesarios?
La principal diferencia entre el umbral de 2 °C y el de 1,5 °C es principalmente la necesidad de alcanzar la neutralidad en carbono con unos 25 años de antelación (de 2075 a 2050), y que esta debe ir acompañada de importantes reducciones de CH4. Además, alcanzar ese objetivo pasa por una transición rápida y ambiciosa en los sistemas energético, urbano, territorial e industrial. Pero ¿y en el sector agroforestal?
La visión del informe sobre el papel del ámbito agroforestal y alimentario coincide bastante con la de este artículo publicado recientemente en Nature (Springmann et al., 2018) con la participación de nuestro compañero de REMEDIA Luis Lassaletta: Es necesario combinar diferentes estrategias de mitigación para alcanzar el nivel de ambición previsto en los escenarios de 1,5°C y de 2°C. En concreto, el informe IPCC pone sobre la mesa:
- Mejora de las producciones agropecuarias en cuanto a su eficiencia y su adaptación al cambio climático. Destaca el papel fundamental de las mejoras tecnológicas y biotecnológicas, que debe ser compatible con el desarrollo rural. También reconoce el papel relevante que pueden desempeñar prácticas agrarias tales como los sistemas agroganaderos mixtos.
- Cambios en la alimentación hacia productos con menores emisiones y uso de suelo. En particular se menciona la reducción global del consumo de carne con respecto a los valores previstos según las tendencias actuales, aunque el informe no entra en las medidas concretas para lograr este objetivo.
- Reducción del desperdicio alimentario, tanto en la cadena de suministro (food loss) como en los hogares (food waste), y reaprovechamiento de los mismos según los principios de la economía circular.
- Planificación territorial y tecnologías de emisiones negativas. El informe se hace eco, entre otros, del trabajo sobre NETs (negative emission technologies) publicado recientemente en nuestro blog. El informe concluye a este respecto que un escenario de 1,5°C de incremento de temperatura pasará necesariamente por la implementación de NETs asociadas al uso de los suelos, aunque reconoce que deberán abordarse las implicaciones en la biodiversidad, el sistema agroalimentario y los servicios ecosistémicos. En cualquier caso, para poder implementar las medidas basadas en uso del suelo, el informe de IPCC cuenta con la necesidad de utilizar el suelo liberado mediante la aplicación de las tres medidas anteriores. En definitiva, términos como los “Afforestation and Reforestation” (AR), “Bioenergy Crops with Carbon Capture Storage” (BECCS), o “Soil Carbon Sequestration” (SCS) son nombres que escucharemos mucho en los próximos años.
¿Por dónde empezamos a trabajar?
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