El papel de los gases de efecto invernadero distintos del CO2 (que es el actual referente en estas cuestiones) es cada vez más importante, sobre todo en los modelos predictivos climáticos. Estos tienen un mayor potencial radiactivo que el CO2, y numerosos estudios cuantifican su origen antropogénico de forma satisfactoria. Entre estos gases destaca el óxido nitroso (N2O) y su relación con la agricultura.
El empleo de fertilizantes nitrogenados y estiércoles se incrementará en los próximos años debido a la demanda alimentaria que requerirá la población del planeta (la tendencia es que seremos más en el futuro). A nivel global, algunas zonas con mayor expansión como China e India son las que capitanean esta demanda debido a sus políticas de “sobrefertilización” de su agricultura para no “depender” de otros en cuestiones alimentarias. En definitiva, la agricultura está modificando enormemente el ciclo del nitrógeno en la naturaleza desde la revolución industrial, lo que ha generado un incremento significativo de las emisiones de N2O, uno de los principales gases de efecto invernadero.
Uno de los principales retos al que se enfrenta la comunidad científica es crear modelos que nos permitan conocer y estimar las fuentes de emisión con la intención de mitigar su posible efecto a corto y largo plazo. Una de las claves para reducir la emisión de N2O pasa por la mejora de la eficiencia del abonado nitrogenado, es decir, reducir la tasa de emisión de N2O por unidad de nitrógeno aplicado y a su vez por unidad de producto agrícola producido. Algunos datos lo confirman ya que de cada 100 unidades de nitrógeno usadas en agricultura, solo 17 son consumidas por los humanos en forma de productos obtenidos en cultivos o en productos cárnicos.
También pasa por tener en cuenta otros factores antrópicos como la población humana, su demanda alimentaria y la generación de residuos que esa producción puede conllevar. Y es que algunos estudios ya están afirmando que la demanda alimentaria puede ser un factor muy importante a tener en cuenta. Las predicciones de la demanda de proteínas de origen animal, sobre todo relacionada con la carne de pollo, son bastante importantes y se incrementarán en el futuro.
Y es que para cuidar el clima de nuestro planeta, ya no solo es importante nuestra “huella de carbono”, si no también la “huella de nitrógeno”. Si quieres calcular tu huella, no dudes en pinchar AQUÍ. Pero, ¿Es tan importante el nitrógeno en nuestro planeta?, ¿cómo puede afectar el nitrógeno al clima? Pues en este vídeo es bastante explicativo…
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Uno de los datos a recordar es que la mitad de la población actual está viva gracias al proceso de Haber-Bosch (el proceso industrial para transformar el nitrógeno atmosférico en amonio, que produce fertilizantes y por consiguiente, alimentos y ganado). Si te han quedado dudas, aquí puedes leer algunos resultados de la Evaluación Europea del Nitrógeno (ENA), que explia Alberto Sanz Cobeña, compañero de la Red REMEDIA. Efectivamente, este proceso ha traído muchas cosas buenas, pero también otras malas que tenemos que remediar (la contaminación) . Como dice el vídeo, el conocimiento lo tenemos… ¿a qué estamos esperando para aplicarlo?
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