En el verano de 2014 estuve de voluntaria en una granja de vacas de leche en Cantabria. Un día, durante el ordeño de la tarde, apareció por ahí un señor de avanzada edad que había sido ganadero. No recuerdo a qué fin, se puso a hablarme de Hormaechea. Yo no sabía quién era el hombre del que me estaba hablando. Mi interlocutor se llevó las manos a la cabeza y balbuceó que con una juventud tan inculta el mundo solo podía ir a peor.
Resulta que el famoso (y polémico) Juan Hormaechea fue alcalde de Santander y presidente de Cantabria en los años 80 y principios de los 90 del siglo XX. Pasó a la historia por mandar construir el Palacio de Festivales de Santander y el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, pero por lo que lo admiraba tanto aquel señor con el que estuve hablando, fue por haber traído a Sultán, un toro de raza frisona procedente de Canadá por el que las arcas públicas pagaron un millón de dólares para que mejorase la genética de la cabaña ganadera cántabra y hacerla más productiva (Bolado, 2011).
Pocos días después de oír por primera vez la historia de Sultán, visité la única ganadería lechera compuesta exclusivamente por vacas de raza pasiega. Me pasé los días siguientes (e incluso los meses siguientes) buscando información por todos los medios posibles sobre esas vacas rojas que había hallado en un pueblo perdido. Descubrí que no hace falta irse hasta las frondosas selvas amazónicas, ni buscar especies salvajes, para disfrutar de la diversidad genética. Durante ese tiempo también me volví una experta en hacer quesadas, que puede parecer una anécdota que nada tiene que ver con este artículo, y sin embargo, las quesadas y los sobaos deben su popularidad (y su existencia) a la gran calidad de la mantequilla producida con la leche de las vacas pasiegas. Además, la buena aptitud láctea de las vacas pasiegas llevó a muchos pasiegos a desplazarse con sus vacas hasta ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia o Zaragoza para poder abastecer de leche a las grandes urbes, sobre todo a partir de que en el siglo XIX se popularizara su consumo. Como consecuencia del aumento de demanda, se buscó aumentar la producción, cruzando las vacas pasiegas con razas foráneas, y pasó a un segundo plano la importancia del contenido en materia grasa, buscando aumentar la cantidad de leche, iniciándose de esta manera la introducción masiva de ganado frisón (Servicio de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, 2012).

Ejemplar de raza pasiega. (Foto: Lucía López Marco)
Y así fue cómo las razas foráneas fueron ganando terreno a unas razas locales que habían sido seleccionadas durante siglos buscando determinados caracteres (como la cantidad de grasa en leche) y su adaptación a las exigencias del medio; quedando a día de hoy 540 ejemplares censados de raza pasiega (MAPAMA, 2017a), mientras que de raza frisona (la de Sultán), solo en Cantabria hay 71.578 (MAPAMA, 2017b).
Por desgracia, la historia de la pasiega es común a muchas otras razas. Según datos de la FAO (2016), de las 8822 razas de ganado que se tiene constancia que existen a nivel mundial, 7761 corresponden a razas locales. En el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España (CORGE) hay recogidas actualmente 165 razas autóctonas (entre las que, como curiosidad, se encuentra una raza de camello), de las cuales 136 están en peligro de extinción (MAPAMA, 2018). Esas son las que resisten, porque muchas otras, como la mantequera leonesa, se han extinguido y solo sabemos de ellas por las crónicas. Algunas, desaparecieron antes incluso de que alguien pudiese registrar su existencia.

Número de razas de mamíferos y aves locales, regionales y transfronterizas a nivel global (FAO, 2016)
Aunque a priori pueda parecer que la desaparición de las razas locales ha sido en beneficio de obtener unas mejores producciones, no hay que pasar por alto que conservar estas razas supone “conservar sus aptitudes de aprovechamiento de pastizales y subproductos agrícolas” (García, 2011). Las razas autóctonas agrupan ejemplares muy rústicos, que han sido moldeados por el territorio donde se han desarrollado, un paisaje donde a menudo los pastos son escasos, estacionales y que únicamente pueden ser aprovechados de forma rentable por ejemplares perfectamente adaptados, como los de nuestras razas autóctonas (Esteban, 2003). Pero nuestras razas no solo están mejor adaptadas a los pastos de la zona de la que proceden, también lo están a las condiciones orográficas, a las enfermedades, al clima… Y sobre todo, suponen un “cajón” lleno de genes a los que poder recurrir cuando sea necesario.

Rebaño de ovejas merinas negras. Esta raza (que fue descrita por los romanos a su llegada a la zona meridional de la Península Ibérica), llegó a desaparecer en España y ha sido recuperada en los últimos años a partir de ejemplares de rebaños portugueses. (Foto: Lucía López Marco).
La ganadería en un contexto global de cambio climático
Dejemos por un momento a un lado a nuestras razas autóctonas y situémonos en un marco global. Recordemos que la ganadería es la responsable de entre el 7 y el 18 por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de origen antrópico (Gerber et al, 2013). Es decir, la ganadería contribuye al cambio climático, pero también se ve afectada por él (Hoffmann, 2010). Todo esto en un contexto de desarrollo global en el que se prevé que alimentar a la humanidad requerirá que la producción aumente en un 50% de aquí a 2050, a la par que también se espera que aumente el consumo de proteína animal (principalmente en los países en desarrollo), lo que supondrá un aumento de la producción ganadera y de su intensificación y que tendría efectos en los sistemas agroalimentarios, por lo que urge encontrar la forma de adaptarnos a los efectos del cambio climático (FAO, 2017).

Ganadería de cebúes en Bolivia. (Foto: Lucía López Marco)
Las variaciones en el clima tendrán diversas consecuencias sobre la ganadería. Por un lado, se espera que alteren los ecosistemas, debido a los cambios en la temperatura y en las precipitaciones, y, por tanto, a la disponibilidad de alimento. Pero también traerán consecuencias fisiológicas al ganado, ya que se sabe que el estrés térmico reduce tanto la producción como la reproducción y aumenta la mortalidad; al tiempo que al aumentar las temperaturas, se consume más agua (Hoffmann, 2010).
Por otro lado, los procesos fisiológicos de la mayoría de invertebrados son altamente dependientes de la temperatura ambiente, así que es de esperar que tengan un efecto directo en la abundancia, la distribución y la dinámica poblacional de los parásitos (Sotiraki et al, 2013). De hecho, algunos estudios ya constatan “un resurgimiento de algunas enfermedades transmitidas por vectores, que se creían bajo control, y también la aparición de otras nuevas” (Iriso Calle et al, 2017).

El aumento de la temperatura podría tener un efecto directo sobre la abundancia de parásitos del ganado. Las charcas y fuentes de agua han constituido siempre uno de los principales focos de parasitación de los animales. (Foto: Lucía López Marco)
¿Y cómo nos adaptamos?
Ante todas estas consecuencias directas que el cambio climático podría ocasionar en la ganadería, probablemente una de las claves para adaptarnos sean nuestras razas autóctonas. En algunas zonas marginales, los rebaños tradicionales están compuestos por diversas especies y por distintas razas para mantener una mayor diversidad en la granja y poder amortiguar las posibles adversidades climáticas y económicas (Hoffmann, 2010). En regiones en vías de desarrollo, la introducción de razas exóticas y su cruce con razas locales es bastante común. Es el caso de Kenia, donde las razas locales de cebú (Bos primigenius indicus), se han mezclado con razas foráneas de cebú (principalmente con la variedad Guzerat procedente de Brasil y desarrollada a partir de ejemplares indios de la raza Kankrei) y con razas lecheras de Bos Taurus (Frisona, Montbeliard. Ayshire, Guernsey o Jersey), ya que se ha visto que en estas zonas el potencial productivo de las razas exóticas es muy dependiente de la alimentación, además de que se ve reducido al no estar adaptadas a las enfermedades tropicales y a las condiciones ambientales (Salmon, 2017) , algunos autores afirman que el cruce de razas exóticas con razas locales es la clave para conseguir un mayor potencial productivo, a la vez que se conserva parte de la resiliencia de las razas autóctonas (Hoffmann 2010; Salmon, 2017).
Nuestros recursos zoogenéticos son el resultado de siglos de selección por parte de nuestros antepasados y han demostrado ser muy adaptables, acompañándonos en ecosistemas muy diferentes y en distintas zonas climáticas; por lo que en la actualidad, ante la amenaza que supone para la ganadería el cambio climático, el potencial que ofrecen las razas autóctonas podría ser una solución de adaptación para el sector ganadero (FAO, 2007).
Mi abuela siempre decía que “quien guarda siempre tiene”. Si conservamos el abánico genético que suponen las razas autóctonas, siempre tendremos donde poder buscar para adaptarnos a los distintos retos que el clima pueda traernos.

Macho de la raza caprina Retinta, autóctona de Extremadura y en peligro de extinción (Foto: Lucía López Marco)
Referencias:
Bolado, N. (27 de marzo de 2011). Los 639 hijos de ‘Sultán el Magnífico’. El diario montañés. Recuperado de: http://www.eldiariomontanes.es/v/20110327/cantabria/hijos-sultan-magnifico-20110327.html
Esteban, C. (2003). Razas ganaderas españolas ovinas. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto (FEAGAS)
FAO (2007). Plan de Acción Mundial sobre los Recursos Zoogenéticos y la Declaración de Interlaken. FAO, Roma, 50 pp. Disponible en: http://www.fao.org/3/a-a1404s.pdf
FAO (2016). Status of Animal Genetic Resources – 2016. 9th Session of the Intergovernmental Technical Working Group on Animal Genetic Resources for Food and Agriculture. FAO, Rome, 28 pp. Disponible en: http://www.fao.org/3/a-mq950e.pdf
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García, C. (2011). Tiempo, clima y ganadería extensiva de bovino en España. Disponible en: https://repositorio.aemet.es/bitstream/20.500.11765/2457/1/ganaderiaexten_cal2012.pdf
Gerber, P. J., Henderson, B., & Makkar, H. P. (2013). Mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero en la producción ganadera. Una revisión de las opciones técnicas para la reducción de las emisiones de gases diferentes al CO2. FAO Producción y Sanidad Animal. 177. Disponible en: http://www.fao.org/3/a-i3288s.pdf
Hoffmann, I. (2010). Climate change and the characterization, breeding and conservation of animal genetic resources. Animal genetics, 41(s1), 32-46. Disponible en: http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1365-2052.2010.02043.x/full
Iriso Calle, A., Bueno Marí, R., de las Heras, E., Lucientes, J., & Molina, R. (2017). Cambio climático en España y su influencia en las enfermedades de transmisión vectorial. Revista de Salud Ambiental, 17(1), 70-86. Disponible en: http://ojs.diffundit.com/index.php/rsa/article/view/843
MAPAMA (2017 a). Raza Bovina Pasiega. Datos censales. Catálogo Oficial de Razas. Disponible en: http://www.mapama.gob.es/es/ganaderia/temas/zootecnia/razas-ganaderas/razas/catalogo/peligro-extincion/bovino/pasiega/iframe-ejemplo-arca.aspx
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Salmon, G. R. (2017). Reducing the carbon footprint of Senegalese cattle systems through improved productivity (Doctoral dissertation). University of Edinburgh, Edinburgh.
Servicio de Genética de la Universidad Complutense de Madrid (2012). Programa de Conservación de la Raza Bovina Pasiega. Asociacion de Criadores de Ganado Vacuno de la Agrupación Pasiega y Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Disponible en: http://www.mapama.gob.es/es/ganaderia/temas/zootecnia/PROGRAMA_CONSERVACION_PASIEGA_corregido20120125113155_tcm7-296275.pdf
Sotiraki S., Stefanakis A., Hoste H., Maurer V., Butler G., Leifert C. (2013) The role of biotic and abiotic stress factors on sheep welfare: The example of parasites and climatic changes in European countries. In : Ben Salem H. (ed.), López-Francos A. (ed.). Feeding and management strategies to improve livestock productivity, welfare and product quality under climate change. Zaragoza : CIHEAM / INRAT / OEP / IRESA / FAO. p. 159-169 (Options Méditerranéennes : Série A. Séminaires Méditerranéens; n. 107) http://om.ciheam.org/om/pdf/a107/00007027.pdf
Autora: Lucía López Marco (Mallata.com)